(Redacción). - Las diferencias políticas y de intereses son válidas; los cuestionamientos sanos y los gritos son parte del folclore, pero lo que rebasa cualquier bandera ideológica es la violencia en cualquier expresión, y una manera de incentivar la violencia es celebrar y aplaudir al agresor.

Por eso sorprende que hoy, personas públicas celebran la agresión que sufrió el presidente de México por parte de supuestos trabajadores del Poder Judicial; quienes arrojaron diversos objetos contra López Obrador; una botella de agua fue esquivada por el presidente, de no ser así lo hubiera golpeado.

Aplaudir un ataque al presidente es preocupante, los “manifestantes” están rebasando el límite de mostrarse inconformes y están llegando a nivel de camorrero de callejón: eso descalifica cualquier causa.

A final de cuentas, el municipio en que sucedió el bochornoso acto está copada por personajes con ese estilo, "que avientan la botella y esconden la mano", y mientras en el altiplano agachan la testa, en lo que consideran su territorio podrían estar detrás de la agresión para intentar caldearles los ánimos a los operadores políticos de Morena.
Después del incidente los eventos programados en la agenda del Presidente, Andrés Manuel López Obrador en el Puerto de Veracruz se llevaron a cabo sin mayores contratiempos; solamente hubo ese prietito en el arroz que se volvió nota nacional en tal sólo unos minutos.