Entre las millones de críticas (literal) que le han llovido a Xóchitl Gálvez destaca la de Sada Salinas:

“¡Hola! Muy buenas tardes a todos. Acabo de enterarme de lo que dijo la candidata de la oposición, en realidad, la candidata de los tres partidos: el PAN, el PRI y el PRD. Pobre mujer, a veces siento compasión, pero a veces, como ahora, no siento nada de compasión.

Resulta que acaba de decir que es un güey, perdónenme la palabra, que es un güey, el que llega a los 60 años sin un patrimonio. Entonces, está descalificando a millones y millones de mexicanos.

¿Cómo se atreve? Son muchos los factores que mantienen a México en la pobreza. Gracias al neoliberalismo, que se dedicó por 30 y tantos años a favorecer a los más ricos y a despreciar y usar como mano de obra barata a los pobres, debería tener vergüenza. Como ella tiene casa, que todos sabemos que fue adquirida con quien sabe qué tantas influencias, a través de sus puestos políticos. Se atreve a despreciar a toda la población mexicana sin casa que tiene más de 60 años.

¡Qué mujer tan grosera y fría!”

Apunte. Xóchitl no necesita enemigos, ella solita puede; con un solo comentario seguramente ya perdió millones de votos, porque la gente que renta después de los sesenta años es la inmensa mayoría de los mexicanos; para colmo de males en la debacle se lleva a todos los demás candidatos de sus partidos.

Esta campaña para Xóchitl será un antes y después de llamarles “güey” a una alta población de adultos mayores.