Obviamente esta opinión no va a cambiar las reglas del juego impuestas a los gobiernos por parte de las autoridades electorales, pero sí expresa el sentir de muchos.

Una de las reglas absurdas con las que están obligadas las administraciones a caminar es la veda electoral que impide a los gobiernos difundir sus acciones, en este caso serán tres meses en que, para los organismos electorales, la difusión del devenir de la obra pública y otros aspectos de gobierno deben quedar en silencio, lo que exime a las administraciones de la responsabilidad de informar, lo que parece más un candado para sus gobernados y que para sus gobernantes, pues los ciudadanos ven vulnerado su derecho a la información.

Por otro lado, da paso franco a las campañas negras, pues si bien se prohíbe a los gobiernos difundir sus acciones, no impide a los candidatos la crítica frontal y directa a las administraciones emanadas de los diversos partidos políticos; debería ser parejo entonces, legislar para que la diatriba contra las administraciones fuera también ilegal; aunque lo mejor sería dejar que la vida siga su cauce cotidiano, sin tanta payasada; porque no creemos que un voto se decida porque alguien se enteró de una acción eficaz de cualquier gobierno federal, estatal o municipal, la decisión del sufragio es más global que eso.

Estas campañas de odio que estamos viviendo deberían ser un llamado a cambiar las reglas, porque eso de poner de costal de box a las administraciones de todos los partidos es un exceso en nombre de la democracia, reciben descalificaciones e insultos abiertos por parte de partidos políticos y candidatos antagónicos, sin poder siquiera decir “esta boca es mía”, es desigual y obsoleto.