“Cuando la cocinera es mala, le echa la culpa al fogón”; además del desastroso papel que hizo doña Chavelita “al frente” del Tribunal, se la ha pasado quejándose y repartiendo culpas. En su anecdotario deja despilfarro del presupuesto, denuncias en su contra por abuso de poder, peleas con sus aliados, confrontaciones internas, y pidiendo coperacha a los empleados de los juzgados para mejorar las instalaciones; en fin, un chivo en cristalería habría causado menos destrozos.

La magistrada presidenta, Isabel Inés Romero Cruz, pasó del “Vamos a enaltecer la imagen del Poder Judicial” al “no pude”. Dio a conocer su retiro forzoso después de que el Congreso le regaló más de medio año más en el cargo; lo anuncia echando lodo para todos lados.

Se irá el 30 de noviembre, entre severas críticas, que a decir de la señora no le preocupan, pues ella se siente orgullosa de su gestión ¡Pa la mecha!

“Nada les queda, nada les queda, nada les está…”, cuestionó ante las críticas emulando al famoso Ramos Alor;
La broma generalizada entre los comunicadores, que tenía mucho de temor, era que llegada la fecha el Congreso le otorgaría otra dispensa de ley para prolongar su permanencia, pero no, doña Chavelita ya dijo que se va, “Ya ya voy a descansar. El 30 de noviembre es mi último día, ya a partir del 1 de diciembre voy a estar libre”, apuntó; así que ya lo sabe el mundo, si desean contratar a una abogada talentosa para presidenta de la ONU o algo así, doña Chabelita en breve será agente libre.

Eso sí, suponemos que debido a que siente que hizo un excelente papel, se atrevió a dejarle indicaciones a su sucesor (ra): “el próximo titular del Poder Judicial deberá rescindir los contratos (de las Ciudades Judiciales) si quiere a la institución”, instruyó; para luego apuntar que ella no lo hace porque ya no le da tiempo.
Deja un tiradero administrativo, rezagos en Tribunales; además de policontundida la imagen del TSJV… ¿Se irá ilesa?... si no pasa nada después de su retiro se estará dejando un precedente bochornoso para el Orfis y el Congreso, incongruente con el discurso del combate a la corrupción.