13 diciembre 2021.- Con la catafixia proselitista de Tito Delfín Cano por Federico Salomón Molina, quedó evidenciado que quien sea candidato de la propuesta del grupo neopanista es desechable; pues realmente quien lleva la batuta de esa planilla es Indira Rosales San Román a nombre del grupo Yunes del Estero.

Es evidente que los neopanistas intentan retomar la dirigencia estatal para abrirse espacio rumbo a la candidatura del 2024, y que el proceso interno actual realmente es una contienda anticipada por la candidatura a la gubernatura entre los grupos conservadores y un puñado que aún confían en el neopanismo.

Los electores panistas saben perfectamente que definirán a su próximo candidato con estas votaciones, como también es evidente que la mayoría están decididos a sufragar en favor de la planilla que encabeza Joaquín Guzmán Avilés; por la sencilla razón de que quienes la conforman son inclusivos, pues la militancia con aspiraciones políticas auténticas ya pasó la experiencia de estar sojuzgados por un grupo marginarío, que los vio siempre como empleados, nunca como iguales.

La guerra mediática que han emprendido los opositores de Guzmán Avilés, poco tiene que ver con ganar la preferencia electoral de los panistas veracruzanos, porque de antemano saben que el grueso de electores, desde un principio, tiene ya su voto definido, que quienes ya resolvieron por quién votar son pensantes y difícilmente cambiarán de opinión.

La estrategia aplicada del Clan del Estero a través del escándalo y la victimización lleva por objetivo, seguramente, preparar el ánimo de los medios de comunicación y de la sociedad en general, ajenos al panismo, para justificar lo que harán y han hecho siempre: agenciarse votos mediante la intimidación, las amenazas, la violencia y la deshonestidad. Por eso les es conveniente generar una percepción de que se trata de un proceso electoral reñido, cuando en realidad no lo es, pues insistimos, los electores reales están convencidos de que “el PAN debe continuar en manos de los panistas.”

Para entender lo que realmente sucede al interior de Acción Nacional, es mejor voltear a observar quienes son los electores reales que decidirán con su voto el próximo diecinueve de diciembre el futuro inmediato de su partido.

El padrón electoral es de 23 mil militantes, que podrán sufragar su voto presentando credencial de elector vigente.

Como apunte para ilustrar por qué Joaquín lleva la delantera, hay que señalar que el 20% de ese padrón está en Tantoyuca y que la zona norte del estado es la de mayor densidad de votantes. Que las elecciones pasadas, cuándo el CDE estaba en manos neopanistas, se hizo todo lo posible para que solamente sufragaran sus simpatizantes, impidiéndole a un gran número de militantes participar; sin embargo en esta ocasión el presidente interino, Guilebaldo García Zenil, no es su empleado como sucedió en aquel proceso y en la asamblea interna en la que mediante violencia, golpeando a hombres y mujeres panistas, le ganaron a Bingen la candidatura del Puerto; es evidente que ahora, desde las oficinas de Zamora, se hará todo lo posible para que vote todo aquel que decida hacerlo.

Los panistas auténticos son mayoría, y padecieron marginación cuando Pepe Mancha Alarcón fue presidente, tanto se acuerdan que después se la cobraron y siendo candidato no le alcanzó el respaldo para ganar Tuxpan; tan segregados han estado los panistas genuinos por el grupo que se adueñó del partido en años pasados; que solamente las voces obligadas se han levantado en defensa de la señora Lobeira, nadie más; la militancia sabe que ese proyecto no es suyo.

Que no nos quede duda, ni las acusaciones en contra de Joaquín Guzmán, ni el show mediático por la detención de Tito Delfín van dirigidos a convencer al votante que ya está decidido y que no va a cambiar de opinión; se trata de crear una cortina de humo para justificar el juego sucio que ejercerán los neopanistas durante la contienda ¡Así que pónganse buzos caperuzos electores azules! Que no les vayan a ver la “cara de what”… ¡Otra vez!