Si el PAN quiere volver a perder en las próximas elecciones y desea que lo barran del mapa político, va por muy buen camino. La barrabasada que cometió el legislador veracruzano Julen Rementería al recibir a Santiago Abascal, líder de la ultraderecha española y del partido VOX, fue de esas que se recordarán por generaciones.

Y más grande fue su disparate cuando signó junto con 12 legisladores de su partido, un documento llamado Carta de Madrid cuyo objetivo (dice el documento) es frenar el avance del comunismo, cuando el comunismo está casi muerto.

Si dislates de ese tamaño no se le aceptan ni a un legislador principiante, menos a uno con las tablas de las que presume Julen. ¿Es que acaso no tuvo cerca a alguien que lo aconsejara? ¿Es que no la vio venir? Lo que haya sido fue un craso error y los errores se pagan.

Minutos después y al parecer ya recuperado de su inconciencia, quiso arreglar la plana al manifestar que las firmas habían sido a título personal y de ninguna manera tenían que ver con los principios de su partido. Pero el mal ya estaba hecho.

El presidente López Obrador no la dejó pasar y calificó a los blanquiazules de conservadores, ultraderechistas y (upps) de neo fascistas.

El PAN que desde hace meses como que anda queriendo tronar, se dividió en dos bandos; los que critican acremente a Julen Rementería y a sus compañeros “ultraderechistas” y los que callan como momias.

Pero el verdadero afectado de todo este embrollo es Julen, que era el candidato natural de ese partido a la gubernatura de Veracruz y con este disparate quedó en automático fuera de la jugada.

Caray, la de estragos que puede ocasionar una firma mal puesta.