Si algo ha avanzado en el planeta son las investigaciones meteorológicas. Si en los años sesenta del siglo anterior los pronósticos meteorológicos tenían una posibilidad de acierto de un 60 por ciento, ahora la posibilidad de un fallo es de 000.1 por ciento. Es decir, nada.

Si antes se podía pronosticar el tiempo solo con 48 horas de antelación, ahora se sabe cuántos huracanes habrá en un año, cuántas tormentas y dónde azotará una sequía.

Otra cosa, no se necesita de un equipo sofisticado para cada uno de los estados de la República, porque el mapeo se hace desde el centro del país y los resultados se mandan a todas las entidades en una fracción de segundo.


Por todo esto, resulta inverosímil lo declarado por la Secretaria de Protección Civil del estado Guadalupe Osorno Maldonado, en relación a los destrozos que hizo Grace en Xalapa: “Desafortunadamente en la ciudad de Xalapa llovió demasiado, llovió más de lo que habíamos podido contemplar, no estaba integrado en los modelos, no pudimos alertar a la gente y desafortunadamente tuvimos pérdidas de vidas humanas”.

¿Pues dónde andaba que no le echó un ojo al pronóstico de Xalapa que le enviaron desde el centro del país? Cómo que llovió más de lo que hubiera podido contemplar, cuando ella no tenía que “contemplar” nada, sino asomarse al informe que debieron enviarle.

Y si como dijo con desfachatez; “no pudimos alertar a la gente”, la señora no sirve para el puesto.

Alguien debe decirle que con haber leído el boletín para Veracruz del día que entró Grace, habría bastado para evitarse dolores de cabeza y quizás tragedias.

Alguien debe decirle también que su tarea es prevenir y preparar a su equipo para enfrentar lo mejor posible una contingencia como la que acabamos de pasar, y no limitarse a hacer un recuento de daños y lamentar muertes que pudieron haberse evitado si hubiera sido más profesional.

Una funcionaria así en un puesto de tan alta responsabilidad es más peligrosa que un huracán categoría cinco.