Las impugnaciones del proceso electoral han traído un daño colateral que navega muy escondidito. Como bien recordará usted, la mayoría de los chiquipartidos quedaron fuera del registro por no poder recabar ni el 3% de los votos del electorado; eso se supo tan solo unos días después de la elección; sin embargo la ley no permite que se les notifique hasta que no haya concluido el proceso electoral, lo cual no ha sucedido porque la impugnación de Veracruz sigue viva; es más, si se convoca a una nueva elección, como es lo más seguro, el proceso no concluirá sino hasta el mes de julio, en que el Consejo que designe el Ople, nombre al nuevo presidente o presidenta municipal de Veracruz.

¿Qué sucederá mientras tanto? Nada, que felizmente los desechados electorales seguirán cobrando sus jugosas prerrogativas, en lo oscurito y como si fueran clavadistas chinos: “Sin salpicar a nadie de sus militantes”; dinero contante y sonante directo al bolsillo de sus dirigentes ¡Chulos veraneando!

Sin saber el dato exacto del monto les diré el que conozco de oídas, se supone que se les otorgan arriba de quinientos mil pesos mensuales a cada uno, lo que quiere decir que se han embolsado, de julio para acá, más de tres millones de pesos; ahora resulta que los “partidos fantasmas” nos salieron más fregones que las “empresas fantasmas”; porque a las empresas las bloquean cuando son descubiertas, pero estos personajes se embolsan en dinero con la ley en la mano ¡Ahí sí debería de meterse el Congreso!