ELECCIONES JAROCHAS

2025-05-27
ELECCIONES JAROCHAS
Por Gamaliel Cruz

Hay una música sorda en el aire. Se escucha en los altavoces de las camionetas que cruzan las calles con jingles apresurados, en los murmullos de los abuelos sentados en las bancas del parque, en los mercados donde las marchantas dan su veredicto con una ceja alzada y un “ya veremos si cumple”. Veracruz está en vísperas de elegir y la democracia, aunque maltrecha, aún se sienta a la mesa de todos los hogares.

Este domingo, todos los municipios en Veracruz vivirán su propio pequeño terremoto cívico. Habrá quienes vayan a votar con ilusión, otros con la rutina de siempre y algunos más con la rabia todavía fresca. Pero todos, de alguna manera, pondrán una ficha en el tablero de su vida diaria.

Porque eso son las elecciones municipales: la política de lo cercano. No se decide allá en los altos foros ni en los discursos de traje y corbata.

Veracruz tiene muchas caras. Está la Huasteca donde la tierra canta cuando la pisan los danzantes. Está el Sotavento, donde la palabra se hace son y la política se discute al ritmo de un café cargado. Está la sierra, el llano, el trópico, la costa y la montaña. Cada municipio vive su propio ritmo, pero todos comparten una herencia: la de la resistencia y la memoria.

En cada pueblo veracruzano hay historias de participación, de rebeldía y también de resignación. Pero en cada uno, sin falta, hay alguien que cree. Una mujer que va y organiza la colonia, un maestro que promueve el voto entre sus alumnos, un comerciante que se niega a vender su credencial, un joven que por primera vez quiere que su voz cuente.

Las elecciones municipales no solo nos vinculan con nuestros gobernantes. Nos conectan también con nuestra historia. Veracruz fue cuna de luchas, puerto de entrada y salida de ideales. La política aquí no es solo estructura, también es espíritu. Y aunque muchas veces ha sido traicionada, la democracia sigue viva entre palmeras, entre adoquines, entre sal.

Este domingo, no votamos por un cargo. Votamos por la dignidad de lo cotidiano.