El Aguinaldo y la Vida. Por Marcos Gamaliel

2024-11-14
El Aguinaldo y la Vida

Llega diciembre y con él, el aguinaldo. Ese dinero extra que aparece como un milagro, como un respiro que nos viene a dar el gobierno, la empresa, el patrón. Es un suspiro de alivio en la billetera. Y ahí vamos todos, ilusionados, porque diciembre es tiempo de fiesta, de “sí, ahora sí me voy a dar gusto”.

Pero el aguinaldo en México es como esos buenos amigos que llegan, te invitan una ronda y, sin darte cuenta, se han ido dejándote con la cuenta. Apenas llega y ya está pensando en irse. Lo guardas y te dice al oído: "cómprate eso que te has merecido, es diciembre". Pero lo que no sabemos es que, allá afuera, el mundo ya estaba esperando. Los precios suben, los vendedores sonríen y nos abren las puertas para vendernos todo, más caro que nunca.

Uno no se da cuenta de lo rápido que se va. Nos echamos unos tragos, compramos regalos, pagamos deudas, y en el aire queda esa sensación de que, al final, el aguinaldo fue solo otro espejismo. Pero no se trata de sermonear, sino de aceptar que el aguinaldo viene a ser un reflejo de lo que somos, de lo que nos han enseñado. Nos dijeron que diciembre es para gastar, que si no celebras a lo grande, parece que no estuviste vivo todo el año.

Si me preguntan, creo que el aguinaldo podría tener otro sabor. En lugar de dejar que se vaya tan rápido, podríamos invitarlo a quedarse un rato más. Quizá darle un espacio en la cuenta de ahorro, invitarlo a los planes de mañana, guardarlo para cuando el año empiece y haya más ganas que billetes en el bolsillo. Un changarro en algunos años de juntarlo.

No es que sea malo gastarlo, porque uno también tiene derecho a un respiro. Pero a veces me imagino qué bonito sería ver ese aguinaldo florecer más allá de diciembre. Como esa semilla que no necesita adornos, que solo se planta en tierra firme y se queda ahí, con la promesa de crecer cuando los tiempos sean menos festivos y más reales.